Por Rosa Meis
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Hace unos 5 o 6
años que tengo la suerte de asistir a los congresos o jornadas de Parálisis
Cerebral y me encanta, la verdad lo echo de menos. Gracias a eso también tuve
mi primera experiencia de viajar en avión.
En el 2017 fui
seleccionada para dar una ponencia sobre la edad adulta, modestia aparte estuve
todo el mes de Agosto escribiendo la ponencia y dicho sea de paso, me siento
orgullosa del resultado, no tanto de como la leí pero a pesar de eso fue un
gran orgullo representar a mis compañeros.
Y llegó el día,
el 13 de Octubre me levanté a las 6 de la mañana porque a las 7 tenía que estar
en Pontevedra me esperaba Rosa Domínguez mi monitora y acompañante de aventuras
en Madrid. Nos fuimos al aeropuerto de Vigo y empieza la aventura, nunca mejor
dicho. En cuanto vieron la silla eléctrica parece que ven una bomba y dan
vueltas alrededor y haciendo mil preguntas. ¿Esto se puede desmontar, y las
baterías cuánto pesan? Tenemos que llevar un papel para mostrar que las
baterías son de gel y todo eso, después de facturar me pasan a una silla manual
y puffff! Sé que me repito mucho pero no puedo explicarlo de otra manera tengo
la suerte de tener a mi lado personas que valen para todo.
Digo esto
porque en todos los viajes que me acompañó Rosa, tuvo que sacar y poner
tornillos, tuercas etc, gracias a eso mi silla vuelve conmigo entera. Nos
dijeron que para pasar por el arco de seguridad, tenían que subir la silla a la
cinta transportadora, nosotras nos quedamos mirando pensando si era una broma
pero no, era en serio. No sabían lo que pesaba, llegaron tres personas para
subirla le costó trabajo porque no recuerdo ahora pero creo que mi
silla pesa más de cien kilos, después el respaldo de la silla no cogía por el
arco de seguridad casi se lo cargan había que bajarlo y una vez más
Rosa subió a la cinta y como pudo lo desmontó.
A todo esto hay
una cosa importante, como las sillas van en la bodega y las maltratan mucho,
los mandos están mejor en nuestros bolsos o mochilas es lo primero que hacemos
sacar el mando, tenemos que estar muy pendientes. Poca gente sabe lo importante
que es la silla de ruedas para nosotros, sobre todo las eléctricas, no es una
maleta. Me parece justo decir que el trato del personal de ayuda, conmigo fue
genial, y hablo del aeropuerto de Vigo.
Una hora de
vuelo y llegamos a Barajas no recuerdo bien pero más o menos a la una. Me
imagino que ya sabéis, te sacan del avión y esperas a que me traigan tu silla
en una manual, no quiero olvidarme de recordar que una persona con discapacidad
es la primera en subir, y la última en bajar. Cogimos las maletas y preguntamos
por la silla nos dijeron que aún estaba en la bodega, bueno pensamos que
llegábamos a tiempo para comer y estar a tiempo en la reunión que era a las
seis de la tarde, a las tres y media empezamos a pensar que le pasara algo a la
silla porque no la traían, preguntamos otra vez, nos dicen que viene en camino
que ya está en pista, nos parece increíble, ya comimos algo allí para no perder
tiempo. Las cinco de la tarde y mi silla no aparece, esto ya es demasiado el
chico que me sacó del avión terminó su turno y vino otro para acompañarnos. Ya
no sabíamos a quién llamar, yo ya no podía más porque la silla manual era muy
grande para mí y no llegaba a los reposapiés.
Bueno, y como
veo que esto se alarga mucho, simplemente comentar que al año siguiente, en el
2018, nos pasó exactamente lo mismo, pero en esta ocasión mejoraron sus tiempos
y sólo me hicieron perder dos horas y media del mío. Por
supuesto, tampoco llegué a la presentación de la guía de Ciudadanía
Activa.
Quedan muchos
detalles en el aire, que para nosotros no son normales pero para el resto de la
sociedad pasan desapercibidos, hasta que les toca a ellos.
Rosa
Mª Blanco Ramallo
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