Por
José
Sergio González Rodríguez.
Estamos
terminando 2020, un año que muchos, sino casi todos estamos deseando que pase al
olvido. Por desgracia no va a ser una tarea sencilla, pues el Coronavirus se he
encargado de amargarnos, condicionarnos y en muchos casos, terminar con la vida
de muchos de nuestros conocidos y allegados, hasta el punto de convertirse en
nuestro mayor enemigo social durante los últimos meses. El Covid-19 nos ha ido
manipulando, utilizándonos como juguetes destinados a saciar su ego caprichoso.
Nos ha sometido de forma fetichista, obligándonos perversamente a usar mascarillas,
nos ha confinado durante meses, nos obliga a ser dependientes del gel
hidroalcohólico, como una droga que nos debe acompañar siempre, creando una
barrera protectora entre el enemigo y nuestra piel.
El Coronavirus
asesino también nos ha condicionado a la hora de comunicarnos con los demás,
obligándonos a usar las Redes Sociales hasta el punto de colapsar nuestras neuronas,
mientras notábamos como la soledad nos iba acechando día a día, como un asesino
en la oscuridad. Nuestros móviles se llenaron de mensajes de ánimo, chistes,
aprendimos a tener que llenar nuestro tiempo con nuevas rutinas, aficiones y de
paso, también nos enseñó a conocernos mejor a nosotros mismos mientras nos reinventábamos
en busca de la ilusión perdida. Pero creo,
que también nos sirvió para conocer toda la fuerza y las ganas de superación
que albergamos en nuestro interior, a reinventarnos y usar la dificultad como excusa
para superarnos a nosotros mismo, comprobando así todo el valor que albergan
nuestras personalidades.
El mundo
laboral también ha cambiado, en lo últimos tiempos todos los trabajos que lo
permiten han empezado a realizarse desde casa, telemáticamente o por videoconferencia.
Lo usuarios ASPACE, no hemo sido la excepción y durante meses no pudimos acudir
a nuestros colegios, centros de trabajo, rehabilitación, etc. En la actualidad
sí podemos hacerlo, pero siempre bajo fuertes medidas de seguridad, manteniendo
la distancia con los demás compañeros, tomando todas las medidas de prevención
posibles, adaptando talleres, comedores y muchas cosas más, pero sobre todo adaptándonos
nosotros mismos a esta nueva realidad, poco a poco, con dolor, pero también con
firmeza.
Una de
las actividades que en los últimos tiempos llevábamos realizando desde hace algún
tiempo por medio del Grupo de Autogestores, es dar charlas a diversos colectivos
(colegios, cursos de trabajadores o futuros cuidadores), acerca de cómo es nuestra
realidad, como vivimos día a día nuestras rutinas mientras lidiamos con la
realidad que nos rodea. Mediante pequeñas charlas tratamos de hacerles ver que
detrás de cada usuario o persona dependiente … hay un ser humano con derechos,
que piensa, que siente y decide… que deseamos ser tratados según nuestra edad. “Trátame
igual que te guste que lo hagan contigo, no soy tú, pero soy como tú”, y nos unen
los deseos, los miedos, los gustos y las ganas de vivir.
En este
caso la charla se realizó a través de videoconferencia y los destinatarios
fueron un “Obradoiro de Cuidadores” que se realizó en el área de A Lama (Pontevedra).
La charla fue bien, todos disfrutamos de este tiempo compartido, pero la comunicación
por videoconferencia siempre es fría, desnuda de calor humano y mucho sentido del
humor y mucha atención mientras nos peleábamos con los sistemas informáticos,
sonidos y demás, debido a la mala velocidad de la Red, o mala conexión, equipos
desfasados o sabe el destino que más adversidades. De todos modos, creo que al final
la actividad gustó, que aprendimos un poco más los unos con los otros mientras
todos echábamos de menos un contacto de nuestros alientos. Por nuestra parte,
siempre estamos dispuestos a acercarnos a los demás, a interactuar con ellos siempre
que nos surge la oportunidad mientras trabajamos como un mundo más solidario y
justo donde todos tengamos nuestro lugar. Yo no soy solo una persona con parálisis
cerebral, ni un anciano, tú no eres sólo un trabajador, ni blanco o negro, gay
o heterosexual, yo soy Sergio, o Rosa, y tú puedes ser Juan, María… lo demás
son cualidades que nos diferencian a los unos de los otros, mientras que otras,
como el hecho de pertenecer al género humano, nos une a todos en el mismo bol. “Dirígete a mí, cuando necesites saber alguna
cosa que me concierne” “Pregúntame”, “Infórmate”, “Conóceme” y permite que sea yo
quien me dirija a ti de la misma manera. Esa es la mejor manera de integrarnos
todos, de conocernos y caminar juntos hacia un mundo más justo y feliz.
¡Ojalá!...
como dice la canción de Silvio Rodríguez, llegue un día donde este tipo de
charlas ya no sean necesarios, donde todos los seres humanos gocemos de los
mismos derechos y libertades, ese día en el que los estereotipos sean borrados
de la faz de la tierra y la integración plena de todas las personas ya no sea
una meta a conquistar, pero mientras ese momento no llegue, mientras algún
colectivo con o sin una discapacidad motora, se encuentre luchando por su
integración, nosotros siempre estaremos ahí para apoyarlos, para tratar de dar
pautas que mejoren la calidad de vida, también la nuestra, porque todos tenemos
derecho a gozar de la DIGNIDAD como ser humanos que somos.
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